¿Te sentís en plenitud?
¿Qué necesitás hoy para sentirte pleno, plena?
¿Podemos hablar de plenitud en las épocas que vivimos?
¿Qué hacés para encontrarte con la plenitud en tu vida?
¡Y si te dijera que ya sos pleno, ya sos plena! Me dirías que con todos los problemas que tenés no podés sentirte pleno. O que con las peleas, la economía, la pandemia, los líos en el trabajo, o…. no podés pensar en esas cosas… Que “eso solo lo puede hacer la gente que tiene tiempo”, como me dijeron una vez.
¿Si te dijera que no tenés que hacer nada para sentirte pleno?
Simplemente hace falta que recuerdes quién sos. MIrá más allá de lo que tu mente hoy te dice…Mirá más allá de lo que tus emociones o tu cuerpo siente…Conectá con tu ser, con esa esencia que sos…
No sabernos plenos es lo que nos lleva a tener problemas, conflictos, líos, estrés, preocupaciones. Creemos que algo nos falta y que necesitamos que eso venga de algo exterior para llenarlo. Y eso nunca se «llena». Es una sensación de “incompletud” que nos acompaña siempre, hasta que…. Recordamos que ya somos plenos y completos. Y somos seres completos, por mil razones… Ni siquiera hace falta que te lo diga: ¡Sentilo!
¡Recordá! Es algo que creemos tan afuera de nuestra realidad que lo descartamos como parte de las creencias que nos llevan a vivir nuestra vida cotidiana. Sin embargo, allí está una de las claves. Sentirlo y saberlo en la vida cotidiana. Nada de lo que hagamos nos va a dar la plenitud. Porque ya la tenemos, ya somos la plenitud. Lo que ocurre en nuestra vida es solamente el “ruido” que nos pusimos para jugar uno de los juegos que más nos gusta: el sufrimiento.
Recordá quien sos. Te invito a encontrarte ahora con la plenitud.
¿Cómo sería este instante si recordaras que sos pleno?
¿Qué harías desde esa sensación, desde esa certeza?
¿Qué cosas te conectan con esa plenitud?
¿Un beso, una charla, un abrazo, conectar con la naturaleza, escuchar música, leer algo que te gusta?
Conectá con todo eso que te recuerda la plenitud que ya sos. Y cada día recordá un poco más… y soltá todo aquello que te impide sentirte pleno. Soltá preocupaciones, estrés, formas de relacionarte, formas de pensar, creencias, condicionamientos…
¡Cuánto para soltar!
¡Cuánto nos pusimos en nuestro camino buscando cosas donde no estaban!
Encontrate con tu plenitud. Y todo aquello que realmente soñás, querés, deseás, va a presentarse frente a vos, como una manifestación de tu propia esencia.
¡Que tengas un día en plenitud!
¡Que tengas un día en tu Ser!