Juzgar es interpretar de una determinada manera las cosas que ocurren. Interpreto lo que dicen, lo que hacen otros, interpreto lo que “es”, interpreto cómo “son”, interpreto como “soy”. No es lo que es, lo que son, lo que soy, solo es mi interpretación. Esa interpretación está teñida por mi mirada del mundo. Mi mundo toma la forma de mi interpretación. Vivo un mundo formado en su gran mayoría por juicios.
Y queda claro: mi mirada del mundo, no es el mundo. Es solo mi mirada. Pero en la práctica, esto no es tan claro.
Ahora, no por ello, mi mirada no es importante. Pero… es una interpretación limitada de la realidad. Limitada por mis vivencias, mi historia, mi experiencia. Mi mirada se limita por mis creencias, por mis patrones de pensamientos, por mis programas mentales y emocionales.
Mis creencias, ese conjunto de pensamientos, ideas, referidas a algo específico, condicionan lo que observo. Estas creencias, provienen de nuestras familias, de nuestro árbol genealógico (clan), de nuestra cultura, de la época en la cual vivimos.
Estas creencias muchas veces pasan inadvertidas para nosotros, porque las tomamos como “naturales”, las creemos “obvias”, y creemos que las cosas SON de esa manera. Y no las cuestionamos.
En función de nuestras creencias, también generamos emociones. Las emociones y las creencias, van de la mano. Los pensamientos y las emociones van de la mano, muy interrelacionados. Si creo que los perros son malos, cuando vea un perro voy a tener miedo. Y probablemente, esa creencia haya surgido porque en algún momento, quizás de muy pequeña, me mordió un perro… O quizás, mis padres tuvieron esa experiencia o ese temor, o alguien de mi clan para quien esa emoción fue muy importante y quedó sin resolver… y yo “llevo” esa creencia, como algo internalizado. Este es un ejemplo para que se vea claramente.
En la práctica, vamos “sosteniendo” creencias referidas a todo. Y como decía, no nos damos cuenta que muchas veces ellas son solamente nuestra forma de ver el mundo y no el mundo. Y allí comienzan muchos de los problemas de relaciones: por mis creencias interpreto, juzgo. Por juzgar, separo, uno, divido…. Si alguien vive acorde a mis juicios, “tengo afinidad”. Si no, no me “junto”. Si alguien no piensa como yo, no lo acepto o me enojo o lo critico… Si alguien piensa “parecido” y luego “cambia”, me “enojo”… Cuantas cosas ocurren por este “juzgar”. Y muchos preguntan, ¿está mal juzgar?
Si por mis juicios niegos, rechazo o excluyo a una persona, la estoy juzgando.
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