Son una herramienta muy poderosa. Capaz de crear mundos para nosotros mismos que las pronunciamos y para crear mundos junto a los demás ,o destruirlos.
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Cuando juzgamos, descalificamos, cuando insultamos al otro o lo humillamos, estamos utilizando el poder destructor de la palabra.
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Y nuestra voz, nuestras palabras se convierte en un arma, un puño, en un medio para expresar violencia. Y esa violencia pertenece al que las dice…
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¿Qué mundo estás creando para vos?
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¿Cómo tratás a los demás con tus palabras?
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¿Cuál es la casa que habitás?
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¡Nadie se trata mejor que lo que trata al otro! Así como tratamos al otro , nos estamos tratando a nosotros mismos.
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Tus palabras hablan de cómo contruís tu mundo. Con violencia, con paz, con poder personal, con soberbia, con lo que estes expresando.
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Las palabras son un espejo de lo que hay en tu interior. No un reflejo del mundo que creés describir.
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Nadie crea nada diferente de lo que ve. ¡Todos hablamos desde la mirada que tenemos de nuestro propio mundo!
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¿Qué mundo estás construyendo, qué casa pensás habitar el resto de tu vida?